domingo, 10 de marzo de 2013

Jazzesinato



Finalmente, la policía dedujo que había sido el trompetista negro quien esa madrugada arrancó el alma a una dulce balada titulada My Funny Valentine. Ni el abigarrado atuendo, ni los ostentosos abalorios que lucía el afroamericano consiguieron desorientar al perspicaz detective, que pronto descubrió la ceguera que el bandman ocultaba tras unas oscuras lentes. “Hermano, ¿de veras pensaste en algún momento que el mero hecho de exhibir ante ti una partitura serviría para despistarnos? Quedas detenido y desde este momento tienes derecho a permanecer en silencio”; y olvidando por un instante su minusvalía, señaló la vieja trompeta plateada para añadir fríamente: “Cualquier nota que emita ese instrumento podrá ser utilizada en tu contra”.


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