Cuando
la Gran Guerra Terminal concluyó con la destrucción del planeta, solo quedaron
dos hombres vivos que habían sido enemigos desde niños. Uno de ellos pensó que
tal vez convendría olvidar el pasado, enterrar viejos agravios e iniciar una
relación nueva, colaborando primero en conservar la vida y después en localizar
a otros supervivientes. Mientras se consagraba a dicha reflexión, el otro individuo
le partió la cabeza con una piedra.
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