Siento cómo poco a poco se van
desvaneciendo mis recuerdos. Percibo claramente los pasos lentos de mi mente sobre
la angustiosa senda del olvido, al final de la cual me espera con los brazos
abiertos la nada absoluta. Ayer decidí no tomar más pastillas, no permitir que
la maldita química impida a la naturaleza resolver mi destino. Porque he
entendido que a veces ignorar lo vivido puede ayudarnos a morir en paz.
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