Para finalizar, el viejo pegó un
puñetazo sobre la mesa, se alzó del sillón, profirió un ensordecedor gruñido, mesó
repetidamente sus barbas y con expresión colérica atisbó a su alrededor. La
legión de fieles elfos, acobardada, se mantenía en completo silencio atenta a cualquier
cosa que su patrón pudiera decir u ordenar a continuación.
-¡Estoy más que harto! -repitió el
gordinflón, dando también una enérgica patada contra el suelo- ¡Este año no
habrá ningún regalo para esos egoístas que pueblan el hemisferio norte!
Inclinó la cabeza y manteniéndola gacha
fue alzando la vista para observar a sus subordinados que, estupefactos, cruzaban
entre sí miradas desconfiadas; era obvio que aquellos minúsculos seres no habían
comprendido ni una sola palabra de su discurso. Nunca antes le habían parecido
tan humanos.
Hasta Santa Claus está cansado y harto de nosotros, que nos queda,? la culpa es nuestra por defraudarle. Espero que ese enfado tenga remedio y nos acompañe estas navidades, y con el la ilusión.
ResponderEliminarUn abrazo.
Puri
La ilusión creo que es lo único que nos queda, y a veces ni eso porque la dura realidad lo destroza todo. Un abrazo, Puri.
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