jueves, 27 de febrero de 2014

Valerosos lienzos blancos



Compañeros:
Tomemos el lápiz y afilémoslo,
saquémosle punta
hasta convertirlo en una lanza.
Carguemos la pluma de munición
azul, negra o de color,
se avecina una contienda.
Encendamos el ordenador,
abramos el procesador de textos.
Preparémonos para combatir.
Esa hoja o pantalla vacía
que tenemos delante
nos propone un desafío,
una pugna suicida.
Completamente desarmada,
solo nuestro desánimo
le otorgará una tregua,
ya que jamás podrá vencer.
Su provocadora palidez
acabará ultrajada o destruida.
Está destinada,
por su propia naturaleza,
a encajar balas de tinta,
ser herida por picas de grafito
o profanada por códigos binarios.
Sin embargo
esos valerosos lienzos blancos
adoran su destino
porque están convencidos
de que es rentable el sacrificio,
que aunque su suerte esté echada
nada sería posible sin ellos.


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