miércoles, 19 de marzo de 2014

Condena



Cuanto más me busco, más me oculto. Si me encuentro, no me reconozco y cuando me interrogo, siempre me miento. Quiero reconciliarme conmigo mismo, pero solo consigo abrirme nuevas heridas. Como las viejas nunca cicatrizaron, en lugar de alma tengo una gran llaga sangrante que me envenena cuando la lamo. Por eso me temo, me lloro, me odio y me ignoro. Hasta que me insinúo de nuevo y me despierto la curiosidad e inicio la enésima auto-búsqueda, que acaba inevitablemente agravando la lacerante úlcera. Es la condena que la vida me ha impuesto. Una condena perpetua.


3 comentarios:

  1. Muy profundo Rafa, me recuerdas a mi loco interior con ese sufrimiento y desencuentro. Como siempre contado de una manera excepcional.

    ResponderEliminar
  2. Pues creo que has dado en el clavo, la vida vista desde esa perspectiva es una constante indagación en uno mismo, a veces sí parece una condena y otras un camino apasionante, creo que no queda otra. Hay momentos en que coincido en lo de la condena, yo lo llamo aburrimiento, tu micro refleja perfectamente ese ir y venir. Un abrazo. Asun.

    ResponderEliminar
  3. Pernando y Asun, gracias por vuestra lectura e inteligentes comentarios. Abrazos.

    ResponderEliminar