Cuadro de Francisco Domingo Marqués (1842-1920)
A Don Gonzalo
le encendía la sangre y desgarraba el alma que también Maese Nuño cortejase a
Doña Isabel de Velada, la hermosísima dama que tiempo ha tenía secuestrado su
inflamado corazón, y no halló más sabio ni certero remedio que promover un
duelo que dirimiese cuál de los dos caballeros alcanzaría la merced de
pretender en exclusiva a doncella tan maravillosa. Resuelto a semejante
enfrentamiento, pues bien prefería arrostrar la inconveniencia de la muerte al
sinvivir de los celos, el loco enamorado encomendó a un lacayo allegase al
rival su aviso de desafío, brindándole el privilegio de elegir armas como era
de ley en el Concejo.
Mas cuando
Gonzalo leyó la réplica de Nuño primeramente palideció, luego blasfemó y
maldijo a su taimado enemigo: los pertrechos escogidos no eran sino la pluma de
un ganso, un tintero y una lámina de papel; el más galante soneto de amor, al
decir de la propia Isabel, dispondría el vencedor de la contienda.
Cuento finalista en el Concurso de Microrrelatos Avilabierta 2013
EXCELENTE con mayúsculas. No es solo la forma, un vocabulario muy de la época. El fondo, es brillante. Un micro redondo de verdad. Un abrazo
ResponderEliminarGracias David, pensé que ya conocías este texto. Lo escribí hace mucho tiempo y la verdad es que es uno de los pocos de los que me siento orgulloso. Ve pensando en tu colaboración para la revista de Mayo.
EliminarUn abrazo, fiera.