martes, 24 de junio de 2014

Perdonen si les incomodo...




Tras despertar, la cucaracha se desperezó con dificultad en aquel rincón de la angosta y oscura cueva que frecuentaba. Enseguida advirtió que le faltaban las antenas y las alas, que había perdido también un par de patas y su cuerpo, anteriormente membranoso, había crecido de forma descomunal. Su limitado raciocinio le impidió comprender que -junto a otros ejemplares de su especie- había mutado en persona, dando lugar en ese preciso instante al principio del fin de la vida en este planeta.


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