Foto de Romain Chassagne - http://500px.com/RomImage
Aunque
sus dedos pulsaban las teclas, no era él quien escribía. Algo o alguien poseían
su cuerpo y su mente durante esos momentos que dedicaba a labrarse la inmortalidad
más barata e incierta. Cierto día, releyendo textos, advirtió el fraude y
retribuyó su pesadumbre con un disparo en la sien.
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