Lonely Singer - YokoOmi (Rusia) http://yokoomi.deviantart.com/
Porque no hay
nadie a quien yo le importe
Soy sólo un
alma que está
lo más triste
que se puede estar
Cuando tengo
este deprimente humor
podría
quedarme aquí y morir
(Mood
Indigo - Duke Ellington, 1930)
Estaba perdidamente
enamorado de ella. Sí, enamorado desde hacía unos diez años, cuando la vi por
primera vez en un pequeño antro del Village acompañada por un pianista. Desde que interpretó Mood Indigo con su aterciopelada voz.
Fue entonces cuando conquistó mi corazón.
Imagino que
algún cazatalentos la descubrió en una de aquellas veladas, porque adquirió una
fama fulgurante: en cuestión de meses grabó varios discos con las mejores
orquestas e intervino en los shows televisivos más populares, llegando a ser
considerada por los entendidos una de las grandes vocalistas de jazz de todos
los tiempos. A pesar de eso declinó actuar en grandes teatros o casinos; continuó
haciéndolo en pequeños clubs, cada vez de mayor renombre, a lo largo y ancho
del país.
Cuando ella
pasaba por Nueva York, intentaba no perderme ninguno de sus conciertos. Seguía
enamorado, pero sabía que tenía pareja y yo no quería problemas, jamás los he
buscado debería decir. Además, pensaba que abordarla e invitarla a una copa no
hubiese servido para nada. Tenía y tengo un gran déficit de autoestima, opino que
hay arenques con bastante más glamour que un servidor y las mujeres siempre me
han amedrentado, sobre todo esas que -como ella- transmiten una imagen de
aparente independencia y seguridad. ¿Qué le iba a contar? ¿Que un solitario y gris
oficinista de Wall Street que le sacaba diez años de diferencia, la adoraba y
soñaba con ella? Podría haberse reído bien a gusto en mi cara, dejando un eterno
poso de desolación en mi ya amargada alma.
Como decía,
asistí a cada una de sus actuaciones cuando recalaba por la ciudad. Adquirí
todos sus discos, recorté cualquier noticia que la mencionara. Durante casi una
década. Porque quería en silencio a esa chica. Porque habría podido matar a
quien hubiese sido capaz de hacerle el más mínimo daño.
La semana
pasada presentó un libro de memorias, que por supuesto compré y me dedicó con
una amplia sonrisa y el guiño de uno de sus preciosos ojos. Si bien me moría
por leerlo, se me antojaba ridículo que una mujer de solo treinta y cinco años escribiese
su autobiografía. Mas esa idea se ha esfumado de mi mente esta misma mañana, después
de conocer por los diarios la escalofriante noticia de que su cuerpo sin vida ha
sido encontrado en una habitación del Astor; que al parecer se suicidó con una
sobredosis de tranquilizantes.
Ahora no
puedo dejar de revisar una y otra vez, entre sollozos, la anécdota que dejó transcrita
en su libro. Un corto párrafo de la página 51 que demuestra mi irreversible
estupidez y dice así:
<<
Amo Nueva York, viví varios años en esa increíble ciudad. Y siempre que hablo
de NYC no puedo dejar de recordar a un hombre rubio con aspecto simpático que acude
allí a todos mis conciertos. Se sienta en la primera fila y siempre, siempre,
solicita con exquisita educación que cante Mood
Indigo. Es un tema muy triste, pero mientras lo interpreto cierra los ojos
y sonríe como un niño al que mecen en un columpio. Apostaría que es él quien me
envía unas flores preciosas después de cada recital. Me gustaría llegar a
conocerle personalmente, porque aunque es muy reservado parece un gran tipo. >>
No hay comentarios:
Publicar un comentario