lunes, 12 de enero de 2015

Nananá Naná Nanananá...




Quiso imaginar que por fin hoy Antonia se enrollaría, se lo debía después de aquellos meses de abstinencia obligada por sus sucesivas dolencias. Que si un lumbago, que si una otitis, que si una migraña recurrente… El caso es que Felipe estaba a dos velas desde que regresaron de la playa al finalizar el verano.

            Desbocado, acudían a menudo a su mente las apasionadas escenas de Nueve semanas y media. Aquella de Basinger tras una persiana veneciana protagonizando un sugerente striptease a contraluz al son del excepcional You can keep your hat on de Joe Cocker, o esa otra en la que la pareja hace el amor desenfrenadamente en las escaleras del metro mientras diluvia sobre sus cuerpos. Pero su preferida, la que intentaría rememorar esa noche después de calentar motores con una peli porno que había alquilado en el video-club: la de Rourke lamiendo a una Kim tumbada en el suelo de la cocina, después de untarla con miel y fresas. Cierto es que solo disponía de ciruelas pasas y leche condensada, pero siempre opinó que el fin justifica los medios.

            De repente, una voz proveniente del salón interrumpió su ensimismamiento:

-         ¡Felipe, que la tele se ha escoñao!




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