Renato
no era mal tipo. Lo reclutamos cuando era casi un chiquillo. Cumplía bien sus
cometidos cobrando a los clientes la pasta exigida por nuestra “protección”,
incendiando locales de los morosos, liquidando sin dejar ningún rastro a esos mentecatos
que en un rapto de soberana imprudencia se atrevían a amenazarnos. Pero un buen
día sobrepasó la línea roja. Empezó a plantar cara al signore Gaetano, tuvo una trifulca con su consigliere y finalmente decidió, sin encomendarse ni a Dios ni al
Diablo, establecerse por su cuenta. Nos vimos obligados a darle boleta. Nunca debió
probar aquellas píldoras contra el miedo.
Me encanta cómo te quedan estos relatos!!
ResponderEliminar