domingo, 1 de noviembre de 2015

Rutina



Imagen de Daniele Gay (Italia) - http://d4n13l3.deviantart.com/


A la hora programada, se conectó el vídeo-despertador y se interrumpió el funcionamiento de las alarmas internas y externas. En techo y paredes se sucedían relajantes imágenes de una playa paradisíaca en ultra-plus-resolution. Mientras, de fondo, procedente del equipo con sonido envolvente 6-D y a un volumen que crecía de forma progresiva, sonaba una bellísima sinfonía de Bach. La parte superior de la cama se incorporó con suavidad hasta alcanzar el ángulo previsto de 22,5 grados y las persianas comenzaron a ascender, en completo silencio, a una velocidad constante de ocho centímetros por minuto. En la cocina, el androide puso en marcha la cafetera y la tostadora. El generador instalado en el garaje empezó a suministrar energía eléctrica al vehículo mega-inteligente allí estacionado. Cuando Luis entró al baño emitió una orden verbal y la ducha comenzó a suministrar agua a 30,2 grados centígrados; ni una décima más, ni una menos.

Tras su aseo personal, se introdujo en la cabina de diagnóstico para obtener un informe de sus constantes vitales, contaminación radiactiva incluida. Se vistió, chequeó el informe, desayunó, consultó la previsión meteorológica exacta para las siguientes seis horas, reprogramó el robot y los electrodomésticos y subió al autoplaneador, deseándose más suerte que los últimos cuatrocientos treinta y seis días. Aunque en todos los medios el Gobierno aseguraba por enésima vez que la tasa de paro seguía reduciéndose a un ritmo trepidante, la realidad es que él no había recibido ni una sola oferta de trabajo desde que se firmó un E.R.E. y perdió su puesto de ingeniero en Domotics Enterprise. A ver si hoy, por lo menos, en la Oficina de Empleo la cola no era tan larga como de costumbre.


NOTA: Este relato está incluido y forma parte de la revista
VALENCIA ESCRIBE de Noviembre-2015, disponible en


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